jueves, 10 de mayo de 2007

PaintBall: He despertado mi instinto asesino

Un sábado de ya hace un par de semanas, resulta que se resultará que me convencieron para ir a Portugal a probar esto de Paintball, yo accedí encantado y a las 9:00 del sábado ya nos dirigíamos para la entrada de Portugal. He de comentar que ingenuo de mi, me vestí solamente con un vaquero antiguo, unos tenis reef antiguos y algo para arriba por si hacía frío, pero no lleve ni muda ni nada de nada. Loa demás que ya eran perros viejos en esto o alguien les había avisado de como era la cosa, iban mucho mejor preparados.
Al llegar al lugar en donde se realizarían todos los "juegos" conocía a Fany, Nuria, Beni, Bruno y Hugo, con lo que en principio me daba un poco de palo ir a saco contra los que no conocía de nada.
Lo primero que hicimos fue equiparnos con una serie de cosas que nos dieron los organizadores, que venían a ser: Unos guantes, una especie de chaleco antibalas, una chaqueta militar, un casco y un arma. De todo lo anterior lo más importante es el casco y luego el arma sobre la cual nos dio una charla uno de los organizadores, en la que nos hizo alguna que otra demostración, nos explicó como desbloquearla, que no se podía disparar a menos de 15m del adversario y como llevarla cuando no se está jugando.
El arma pega un fogonazo que no os lo podéis ni imaginar, de hecho, me cansé de ver negrones a dos de mis compañeras al día siguiente.
Uno de los asuntos importante es que no mueres cuando te dan, sino que únicamente mueres si te manchan con la pintura y eso es porque no todas las bolas se rompen al impactar, de ahí los negrones. Ya en el primer juego pude comprobar en mis propias carnes lo que dolía, ya que al no cubrirme adecuadamente Nuria, me vi rodeado y me dieron por todos lados, con decir que tenía un negrón en una nalga os podéis imaginar lo demás, y es que yo me miraba pero no me veía pintada y hasta que uno levanta el arma y grita muerto, los demás no saben seguro que estás muerto, así es que me dieron como 7 veces seguidas y quedé pintado por todos lados.
Mi gran bestia negra era Bruno, me mató la dos primeras veces con un disparo en el casco y la última con un disparo en la mano.
Al principio os contaba que me daba reparo ir a saco contra los que no conocía, pues a medida que transcurrían los juegos, me pasó lo mismo que con lo de tirarme al suelo, que acabé arrastrándome por los suelos para poder pillar a los demás desprevenidos y ya no hacía enemigos.
Se podría decir que realizamos 3 tipos de juegos: El primero consistía en que cada equipo entraba por un lado del bosque y nos matábamos hasta que un equipo se quedaba sin combatientes, el segundo era una especie de juego del pañuelo en que el equipo tenía que conseguir pillar un pañuelo situado entre los dos equipos y luego correr hasta el lado de su equipo sin que nadie le diese al que portaba el pañuelo, el tercero era el mejor para mi, en el cual un equipo defendía una bandera en un alto y tenía que evitar que el otro equipo lograse tocarla, en este juego fue en el que desarrollé mis dotes de francotirador, con la dificultad de que se me empañaba la visera.
El lugar era precioso y tenía unas vistas de la leche, pero también era jodido caminar o correr entre tanto árbol y hoyo.
Además de todo lo anterior, a mi me pareció bastante barato. Costaba 15€ + 5€ por cada recarga de munición y si mal no recuerdo gasté 30€ y eso que salimos a las 14:30 de allí.